No sé si leímos las condiciones y términos de uso
de la distancia
antes de firmarlos
(ni siquiera sé si firmamos algo).
Tampoco sé si existe un manual de cómo sobrevivir
a los kilómetros
(y si lo hay, si existe, tampoco lo quiero),
como tampoco sé si debería escribirte esto.
Creo que nos saltamos todos y cada uno de esos pasos,
todas y cada una de las reglas,
y nos lanzamos así, sin más,
a ojos vendados,
a intentar darle un par de vueltas al mundo
para ver si nos ponía,
juntos,
en algún sitio.
Que yo “sólo quiero un punto geográfico
donde poder encontrarte y donde poder perderme
contigo”.
Y eso, tú, no terminas de entenderlo.
Me vas a tener que perdonar por los errores no cometidos,
por las noches que te debo,
y por todos y cada uno de los besos que aún no he podido darte.
También lo vas a tener que hacer
por echarte de menos, más de lo que creía, a mi manera.
Y sigo sin entender cómo se puede echar de menos algo que no has tenido nunca.
También me vas a tener que perdonar por mis silencios
o los poemas (que suelen estar, alguna veces, de más).
Por las noches que no acaban en un “buenos días , mi cielo”
en tu cama.
Y, también, por no saber quererte a medias.
Que siempre he pensado que querer a medias
no es querer en realidad.
Que sabes que contigo me juego la vida
a todo o nada.
Que no ahí que tener miedo para enamorarse,
porque hay que tener el valor de dejar el orgullo a un lado
y ser capaces de romper nuestros propios esquemas,
nuestros propios límites y nuestras propias promesas de
“no lo volveré a hacer.
Una y no más”.
Y tú entraste en mi vida con pasitos cortos
pero decididos.
Y bueno, también has desplegado tus alas
y has revuelto un poco mi caos.
Pero no puedo obligarte a que te quedes
aunque sí te lo pienso pedir,
porque no me gusta que te vayas.
(No es que no me guste,
es que tampoco quiero que lo hagas,
que te vayas).
Y perdona si me tiemblan las palabras alguna vez
pero, para qué mentir,
hasta ahora tú has sido mi mejor “dulces sueños”.
Y sí, algunas veces me dan ganas de mandarlo todo a la mierda,
porque no veo en túneles a oscuras.
Y no sé,
esto no es una declaración de intenciones
ni tampoco se parece demasiado a un poema,
pero con nudos de dos lazos en la garganta
ya me dirás cómo sobrevivir
sin reventar, que ya no es ahogarse
es algo más.